martes, 18 de octubre de 2011

REENCARNACION





Polvo eres y en polvo te convertirás, reza.


Creí verte, no miraba en la calle, no te buscaba entre miradas, no soñaba con tu risa, ni tan siquiera la voz de nadie se me asemejaba.


Ilusión de conocerte, de no imaginarte, de sentir sin aureolas de fantasía, escuchar el sonido de las palabras, coincidir piel a piel.


Mi yo allí, tú yo aquí. Parafernalia


Cuando se llega al límite, cuando no hay nada más que conocer y todo por descubrir, cuando se agota la escritura y empieza a ser fuerte la presencia, cuando explotan las preguntas y no te bastan las respuestas, cuando de todo dudas y empiezas a necesitar coherencia.


Falleces.


Creí reconocerte, entre líneas, entre admiraciones y puntos suspensivos, frases que se lanzan escritas, que quedan grabadas en papel virtual, que se quedan como puñales encerradas entre pantallas.


Letras que sólo quién no tiene alma, es capaz de jugar con la vida y la muerte, no importa si enterramos un hermano, un hijo, un amigo, y el límite total , uno mismo.


El juego de la mentira absurda, de la necedad, de la necesidad de ser otro porque no te bastas, de la enfermedad, de la locura absurda.


Pero cada palabra suena, cada punto es una pista, cada falta otra, coincidencias de expresiones, insensateces habladas sólo entre dos que aparecen en más de una ocasión.


Bailes en la tumba. Lágrimas falsas.


Y aparece el milagro.


Reencarnación.


Otra vez empieza el juego, con otro, vuelves a ser quién no eres y sigues enloqueciendo por ser alguien que nunca serás.


Hoy eres mujer, mañana hombre, hoy se muere tu hermano y mañana tu hijo, incluso te mueres para poder volver a nacer. No hay bautizo, ni sermones en el entierro, no hay vuelos al anochecer, ni hay nadie detrás del teléfono, no existe muerto, ni tampoco vivo, porque tú, el que juega a renacer, estás muerto, de la peor manera que puede morir nadie, muerto en vida.


Y sé, que seguirán apareciendo muertos, porque a veces, leo a muertos, y sé, que renacerá una y otra vez alguien que no nació, pero hoy, quiero decirte, al jugador de la inexistencia, que sólo tú llorarás por tu muerte, porque los demás, seguimos vivos y danzando sobre la tumba de cada muerto que has inventado.


Dedicado a los muchos y muchas, que juegan con la vida y la muerte, para poder relacionarse con los vivos.

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