martes, 18 de octubre de 2011

INTENSIDAD





La intensidad en las cosas. El poder, la pasión y la fuerza para retenerlas, agrandarlas y hacerlas propias.


Historias de otros que las palpan mis propias manos, casi sintiendo la misma congoja y el mismo anhelo, o el dolor y el desespero...


Hacerlas "un mucho" mías... un defecto... en definitiva.


Nunca creí que las acciones del querer fueran programables, como un microondas, en que señalas la temperatura ideal, el tiempo de cocción y acabas gratinando, dándole a todo un toque magistral de presentación.


No entendí nunca de termostatos en la amistad. Solo sentía calor de compañía o frío intenso de ausencia.. y eso igual en el sentimiento del amor (en la amplitud de la palabra y en su máxima extensión).


Tampoco conocí tiempos. La amistad se forjaba y se desponia de toda la eternidad de la propia alma para dejarla reposar en barrica, añadiendo detalles imperceptibles pero que bordan la esencia y la hacen más rica y más sabrosa. Amistad de chup, chup lento y sabores más intensos cuanto más se riega de amor la salsa.


Gratiné miles de veces llantos ajenos con mi abrazo monum-emmental rallado de aderezo y el guiso comenzaba a presentarse suculento. Que a fuego lento se forjaban esperanzas compartidas y confidencias a media luz, despues de noches de insomnio y malos momentos. La amistad aparecía a modo de "tirita de cariño".


Pero fue mi intensidad... el mayor defecto.


No colgué puntuaciones en cuanto a sentimientos pero recibí menos de lo que dí y por eso quizá escribo, hoy, esto. Por sentir que, como siempre, derrocho en exceso esa plenitud de vida que me arrulla desde niña, siendo parte de mí misma. 


No se puede evitar porque es un ápice de mis miembros, una prolongación de brazos y besos. Es justamente la especia que da sabor a cada nuevo intento, en cada conversación, en miles de instantes y sueños.


Pero se quemó el guiso; aun y vigilando desde muy cerca la cocción. Se quemó el querer tanto y recibir detalles que rompen el equilibrio de vida, un instante, por algo. No tiene importancia.... mañana ya habrá pasado.. pero entonces, de nuevo, maldeciré la intensidad de haberme dado tanto.


Salí de mí misma y fui de alguien un pedazo de sus historias, y regalé sonrisas... y seguí caminando, en paralelo, estando. Escuchando sus lamentos, vitoriando sus hazañas y pensando... Pero tropiezo de nuevo.. y me caigo.


Tal vez los años me han hecho mucho más exigente y doy a la palabra amistad un estatus muy alto.


Fue intensidad excesiva de ser "amiga" a cada rato y ver que, en definitiva, cada uno va a su propia bola y no entiende de pasos que se dan quizá sin querer, pero que me producen llanto

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