martes, 18 de octubre de 2011

AL PLATÓ






Lentamente se puso las medias de falsedad.


Se calzó el zapato derecho de Egoísmo y el izquierdo de a por culo el resto del mundo.


Una falda corta de amistad interesada.


Una blusa a cuadros de soberbia, mezquindad y deshonestidad.


Llenó el bolso de lágrimas fingidas, historias inventadas, las llaves de otras vidas, el pañuelo de olvidar después de usar y unos condones invisibles de los de cazar.


Se maquilló con la sonrisa de la pérdida inocencia, la sombra de superioridad insegura, y coloreó sus mejillas con el tono de la mentira.


Y salió a comerse el mundo, dispuesta a pisar a quién le estorbara, a escalar en las personas que creyeran en ella, a instalarse en la cama de todos los que se rindieran a su ligereza y a conquistar al más tonto que le ofreciera una casa donde cobijarse.


Borró de su móvil los teléfonos de los que la conocían y se alimentó de nuevas víctimas.


Buscó el lugar más adecuado para hacerse conocer, y rodearse de contactos que la hicieran llegar más rápidamente a su plan prefijado.


Inventó una historia escabrosa, y fue de plató en plató soltando cada lastre de su vestimenta, de Ana Rosa a Salsa Rosa, todos los que quisieron pagar para que contara entre lágrimas e histeria, cada mentira.


Y así se hizo famosa mi vecina Puri, y hoy le pregunté ¿valió la pena?, y me respondió:


_ Todo vale para ser feliz.


Y entonces me pregunté, porqué le brotaba una sola lágrima de tristeza, aunque se la enjuagara con rapidez.


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