martes, 31 de enero de 2012

el globo



Sus pequeñas manos agarran con fuerza la ligera cuerda que eleva el globo. Durante unas horas están tan pendientes que nada parece presagiar que en breve, alzará el vuelo en solitario, navegando sin control y dejando que la corriente lo lleve hasta que se le acabe el gas o se quede enredado en algún obstáculo natural.

No hay más, el niño rompe a llorar mientras lo sigue con sus ojos, y aunque todos le digan que habrá otro, que tuvo que cogerlo con más fuerza, estar más pendiente, no hay consuelo en esos momentos para el pequeño, que lo mira desde abajo, sintiéndose pequeño y empezando a culpabilizarse de una pérdida irreparable.


Lo sigue con los ojos, hasta que ve acercarse un avión e imagina que acabará traspasado por él, y vuelve a llorar con más fuerza, y grita con impotencia, no sabe que la distancia es abismal y no será ese su final... se pierde entre las nubes, que hoy están bajas, y pasadas unas horas, sonrie de nuevo con una manzana azucarada... el globo sigue en el cielo.






Alejandro, agarra con fuerza su puesto de trabajo,se levanta por las mañana y llega a casa al anochecer. No le gusta, pero ya olvidó hace años que él iba para piloto de avión, y se quedó en la fábrica de automatismos, lleva años pensando que quizá debiera buscar algo más, o reciclarse, si, reciclarse, estudiar algo que le gustara y empezar... pero cada vez que se mira al espejo, piensa que ya es tarde, que ya no es el momento, y de nuevo se vuelve a la cama, que mañana suena a las 6 y no hay que soñar, que luchar es lo que hace, ir a fábrica y a final de mes cobrar.

No hay más, aquella era una mañana como las 25 anteriores, nada hacía presagiar que su nombre estaría en la lista que alguien que ni siquiera le conoce, decidió por él que ya no era necesario para la empresa. Y le dan un talón, un apretón de manos y una breve y falsa frase de que esperan que todo le vaya bien.


Y sus ojos se llena de lágrimas, y el alma parece que se le va a romper, el miedo se le cuela en todos los huesos, y no puede pensar en nada, sólo en él y qué va a decir a la familia, y de qué van a vivir, y cómo pasó si él estaba allí pendiente cada día de llegar puntual, de marchar después de la hora, de decir si señor y de morir día a día, lo que día a día vivía.


Y el globo sigue perdido en su viaje en solitario. 


Y Alejandro, y el globo, y los sueños, y la vida, y el no luchar, o luchar contracorriente, el niño y las lágrimas...Pais y gobernantes en globo.

2 comentarios:

  1. Cruel, realidad, Yolanda. Un abrazo muy fuerte a todos los Alejandros de nuestro entorno.

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  2. Cruel Enrique, y hoy leía lo de la liberación de horarios comerciales, y me escandalizaba...una ayuda a los grandes centros comerciales, y otra bofetada a los pequeños comerciantes, ¿no se dan cuenta de que sólo favorecen a los grandes y a los delincuentes?, a unos porque ya tienen el personal, sólo tienen que redistribuir horarios y joder al personal y los otros, porque una caja a las 4 de la madrugada sin nadie en la calle, wa un bombón...COMO ME GUSTAN LOS CABEZAS PENSANTES DE ESTE PAIS!!!!!!!!!!

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