jueves, 5 de enero de 2012

Conversaciones de tren






Sabiendo que está mal escuchar conversaciones ajenas, hay momentos y lugares, donde es imposible no oírlas, en el metro o tren, en las colas interminables de los supermercados, en la sala de espera del médico….


Las que os hoy relato, fue durante el trayecto Barcelona- Sant Feliu,  y no paro de darle vueltas en toda la mañana, sigo sorprendida de la coincidencia de ambas a diferentes edades, de la forma singular de relatarlo en voz alta sin temor a oídos indiscretos como el mío, y de la finalidad de las propuestas. Curioso.


Andaba medio dormida, e intentaba concentrarme en el libro compañero de viaje, que cuesta, porque de momento está siendo un poco espeso, seguramente esa falta de interés, hizo que cuando los vecinos que acababan de instalarse delante mío, me  produjera esa disposición a introducirme en la historia personal que estaban relatando.


 _Pues sí, le he pedido de nuevo que se case conmigo_ esa frase es la culpable, la dijo en el tono que sabes que seguramente está algo tocado del oído, y no acude a un audioprotesista para que le solucione el problema.  Calculo mentalmente la edad, rondará los 75 años y la señora que le acompaña 70, aunque es sabido que las mujeres siempre engañamos con ella, unas por más y otras por menos, difícil calcular_ Y estoy decidido a seguir intentándolo, porque los dos estamos solos, y a nuestra edad, hay que pensar en la compañía, no vayamos a ponernos enfermos por la noche y nadie nos encuentre hasta días más tarde ya cenizos, pero es terca como una mula, dice que aún es pronto para hablar de ello, que está bien cada uno en su casa y haciéndonos compañía en baile, viajes y salidas.


_Si es que te la has buscado muy independiente, Rafael-  dice la mujer, asintiendo todo el rato con la cabeza, que me recordaba a los muñecos perrito, que se llevaban en los 70 en los coches y mareaban al conductor que le seguía de cerca.


_Pues no me conoce “la Marga” a mí, que cuando me propongo algo, hasta que no lo consigo no paro, que “la Marga” ya no es una niña para ir despreciando compañía, que conmigo no le faltaría de “ná”, tengo mi pensión, ahorros,  la casa “ pagá ”, un “xalet” en Torredembarra, y tú sabes, que ella apenas vive de una miserable pensión de viuda, que el egoísta de su marido no pensó que se moría antes que ella y se bebió los ahorros, vive de la “caridá” de vivienda de su hija y le tiene que hacer de canguro para pagar esa “caridá” ¿qué narices quiere “la Marga”, para despreciar mi “poposición”? Sin conmigo, con que me cuide la casa, tenga la “comía” “prepará” y me deje acariciarla de noche, no le voy a “de pedir ná má”, compañía para no morir solos.


Se levantaban ya, poniéndose el abrigo, su parada había llegado y me dejaban a medias del método que pensaba seguir para conquistar a “la Marga”. Antes de bajar, la mujer le comentó.
_Una ingrata, más quisieran muchas una proposición como la tuya, para poder vivir la vejez en paz…


¿¿¿????


 Eso digo yo, que la mujer ha nacido para chacha y fulana nada más, ¿qué nos hemos pensado?, Me decía yo, pero no me dio mucho tiempo a decirme nada más, porque el sitio lo ocuparon una pareja de jóvenes que rondaría los 18 años, por las carpetas que llevaban, estudiantes universitarios.


_Pues no lo puedo entender,- decía él-, estuvimos toda la Nochevieja dándonos el lote, la invité a pasear por la playa, nos reímos y acabamos en mi casa, que mis padres estaban en el pueblo, por la mañana le preparé el desayuno, y ya casi ni me miraba, apenas comió bocado y se fue teniendo que suplicarle un beso, y ahora la señora, que debe ir de Scarlett Johansson, no me responde al móvil.


_ Si es que eres un romántico, Juan- le dice ella- y eso empalaga, que te conozco a la media hora ya estarías proponiéndole una relación seria.


-¿Y qué tiene de malo eso?, cuando dos se lo pasan como nosotros esa noche, es que están predestinados a compartir la vida, tampoco pido tanto, quiero una mujer que cuando llegue a casa me espere con la comida recién hecha, y que se ponga sexy por las noches para recibirme cuando regrese de trabajar, a cambio yo le ofrezco trabajar y ganar dinero, fidelidad y amor eterno.


¿¿¿???


Aquí se acababa mi trayecto, y volví a la realidad, bajé del vagón del tren, y me senté unos minutos en el asiento más cercano, suerte que recibí una llamada normal de las de “¿cómo te fue el día?, y pude preguntar, ¿qué tal tu día? Y hablamos de persona a persona, sin mediar si uno era hombre y la otra mujer, y nadie me dijo que debía preparar la comida, ni limpiarle la casa, ni ponerme un liguero para la noche, o pensaría que de nada han servido la lucha que ambos sexos hemos hecho día a día, para en lo normal, ir acercando posturas y tratarnos de igual a igual.


Sin que ello me imponga descargar un camión, ni me impida ponerme carmín en los labios, sin que ello, imponga al hombre a ponerse tacón, ni se le impida tener más fuerza.

2 comentarios:

  1. Genial: Me quedo con esta frase: -¿Y qué tiene de malo eso?, cuando dos se lo pasan como nosotros esa noche, es que están predestinados a compartir la vida, tampoco pido tanto, quiero una mujer que cuando llegue a casa me espere con la comida recién hecha, y que se ponga sexy por las noches para recibirme cuando regrese de trabajar, a cambio yo le ofrezco trabajar y ganar dinero, fidelidad y amor eterno.

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  2. Yo con las dos últimas palabras... fidelidad y amor eterno, puesto que me lo vendieron en miles de cuentos infantiles, y como no lo he vivido, lo quiero. El resto, prefiero compartir que definir posturas. Gracias Enrique

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