martes, 10 de enero de 2012

Coge aire






Como ríos que ahogan lentamente, como demonios o pecados inconfesables, mercenarias que asesinan las palabras, hay emociones que no pueden expresarse, que se ahogan por dentro.

Las que se agazapan en el fondo de todas las almas, que anudan la garganta en un silencio que es mejor romper.

Y una sabe que sería más libre si pudiera darles alas, si fuera capaz de despedazarla con las manos desnudas y dormir, por fin, sin escuchar sus ecos.

Como cadenas que nos amarran a una nada infinita, sobrevolando un todo muy real.

Gritos en el silencio, miradas cegadas de impotencias, caricias que se mueren en el aire, abrazos desnudos de piel, ángeles sin cielo.

Esas que por mucho que se quieren gritar, hay que matarlas pecho abajo, para no rajarse en pleno grito.

Pequeños monstruos que parimos a diario, y que nos van quitando la vida.


Madrugadas nómadas, pasos desiertos en el asfalto gris, miradas perdidas en calles vacías, distancias insalvables, barreras insufribles.

Las mías viven conmigo, pero de esas tenemos todos.

Voy aprendiendo a sujetarlas por el cuello y mientras las ahogo, he conseguido sonreír

Coge aire…

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