sábado, 7 de enero de 2012

Recuerdo al Olvido




Se afanaba en recopilar fotos, poniéndolas en orden en un nuevo álbum de recuerdos y escribiendo debajo el nombre de las personas que aparecían en ellas; En otro, ponía pequeñas cosas que a lo largo de su vida había guardado porque le traían imágenes de tiempos buenos, una entrada de cine de hacía años porque allí, tuvo el primer beso, otra de ballet que le regaló para su primer aniversario, la entrada de la primera vez que pisó el Liceo, los billetes de su primer vuelo en avión y recordó esos nervios a lo desconocido y ese miedo, diferente al que ahora tenía, que pasó durante el viaje, pero que le llevó a muchos más.

El cordón umbilical de sus hijos, la primera muda, los pendientes de su nieta, los dientes de leche de todos ellos, recuerdos…, necesitaba vivir y sentir cada uno de ellos más que nunca.
Compró una agenda , y apuntó en ellas cumpleaños, días señalados y notas que tenían un significado especial, donde había guardado cada cosa que le ayudaran a recordar, y en ese instante sonrió, mientras le caían las lágrimas pensando, qué le recordaría que debía mirar la agenda para recordar.

Sentada encima de la cama, hizo un repaso de su vida, no había estado mal, se dijo, tenía la vida más o menos resuelta para los años que le quedaran; Pero no había previsto el percance que hacía unos meses le había llevado a la consulta. Sus hijos, no sabían nada.

Aquella mañana de meses atrás, fue de compras, como cada lunes si no hubiera sido domingo, y regresó pensando medio sonriendo por el error. No sonrió tanto cuando se dio cuenta de que no reconocía la calle y empezó a asustarse cuando ni siquiera recordaba cómo se llamaba la calle donde vivía desde hacía 35 años.

La fortuna de un vecino, la llevó a casa y pensó que debía estar incubando una gripe, se tomó una ducha y se acostó.

Empezaron a llegar duendes a la casa y le escondían las cosas en los sitos más extraños,  la ropa en la nevera, la comida en la lavadora, encontró unas zapatillas en el micro, le escondían las cosas para que ella no las encontrara.

Pensó que debía contárselo a sus hijos, pero no encontró el teléfono y decidió ir a la consulta del médico y que le diera unas vitaminas, porque se dijo, empezaba a chochear.

De nuevo se aterrorizó en un mundo que desconocía, ese sentimiento de pérdida, todo era ruido y personas desconocidas, empezó a temblar y sentirse perdida. Miedo, sintió desvanecerse y caer, y despertar delante de ese desconocido que empezó hacerle preguntas y que ella respondía porque pensó que debía hacerlo, y le preguntaba cosas extrañas, ¿me puede decir a qué día estamos?, ¿qué día de la semana es?, ¿cómo se llaman sus hijos?, ¿Dónde vive?, ¿En qué ciudad ..?

Hoy sabe la respuesta,  ha preparado una comida familiar y les dirá a todos, que quiere enseñarles todos los recuerdos, antes de olvidar que lo son.

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