lunes, 16 de enero de 2012

Mía




Mía es el exceso.
Exceso de feminidad, de curvas, de disfrute.

Su sonrisa maliciosa hipnotiza. Su risa resuena en los pasillos de la memoria de más de un chulo que se quedó con las ganas. Por que ella no va con cualquiera.

A Mía le gusta el vino. Se descorcha una botella para las ocasiones en las que tiene que mojarse el alma, brindar con el destino. Y canta Blues. Ella es el ritmo, sus manos acarician tanto como su voz.

La melena pelirroja, como una amenaza de fuego, le cae sobre la mejilla, mientras seduce de reojo, con ese par de puertas abiertas al deseo, miel entre pestañas negras como la noche.
Sus amantes la adoran, ella los escoge con mucho corazón. No sabe sentir si no se mide con un rival de su altura. Estupenda, voraz en los afectos, en las pasiones. Un volcán.

Le gusta pasear por el barrio antiguo, es un poco su casa, su historia.
En esas calles ha lucido tacón, por ellas el viento le ha levantado sin pudor sus faldas de estampados imposibles. Magnífica.

Hoy ha llegado paseando hasta el rompeolas con la intención de lanzarse al agua. La vida la tiene harta. Ha amado tanto, ha vivido tan intensamente que hoy no puede con lo suyo.
Su último amante dejó su olor en las sabanas y una mirada clavada en su alma. Demasiado para Mía, que por una vez bajó la guardia y cupido le clavó un puñal.

Impulsiva. Sin querer pensar en lo absurdo de su decisión se sube a una roca. En vez de pensar…
En que nada justifica que uno pierda la esperanza. En que no hay nadie que valga una sola de tus lágrimas, una sola de tus penas, y menos las de amor. Si duele no es amor.
Y allí la encuentro, mirando abajo.

No irás a saltar, no? No me apetece nada tener que mojarme…

Ella clava sus ojos en mí. Y sonríe. Impresionante. Y en ese momento lo decido. La cojo de la mano y la hago bajar de ahí. Solo un momento, le digo.
Que me tienes que contar tu historia.

Una botella de Enate y dos copas. Mi sofá y nosotras.
Un derroche. De todo.
Mía es lo más, lástima que a veces se olvida, como hoy. Ya me encargo yo, a partir de ahora, de que se acuerde cada día.

Qué sonrisa…es Mía. Mía.

2 comentarios:

  1. Precioso, sugerente y poco aburrido, Yolanda. MB
    PD: Un a brazo a Mía.

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  2. Gracias Enrique, todo el mundo necesita alguna vez, una mano amiga, que la regrese a la orilla.

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