sábado, 31 de diciembre de 2011

Encarcelada




No oí llegar a la Gestapo. Durante meses, me creí libre en mi mundo, sin darme cuenta de que me introducía en una red de espionaje incontrolado.

Aquella noche de sábado, que tuve el encuentro con Sam, no podía imaginar el desenlace que meses más tarde, me llevarían  hasta ésta celda de castigo, oscura con solo una pequeña ventana con rejas, que apenas deja pasar unos rayos de luz, húmeda que se mezcla con las lágrimas de mis ojos, lúgubre que hace que la soledad se te cuele por los poros de la piel, hasta alcanzar el alma, y allí se clava como puñales sintiendo aún más la distancia que nos separa.

Era final de primavera, y la noche se empeñaba en darme esa oportunidad de soltar mi encierro, dejarme vencer por una copa de vino y cuando te acercaste a besarme, ya no pude dar marcha atrás. No estaba previsto, aunque el deseo existiera desde hacía meses, pero esa noche me pilló desprevenida.

Sam era reservado, y yo, intentaba descubrir el secreto que guardaba, pero las largas conversaciones que manteníamos, siempre se cortaban en el momento en que me acercaba a la pregunta de su trabajo.

Un día, oí pasos tras de mí, los escuché acechando y me entró miedo, el mismo pánico me impedía girarme para mirar quién era, aceleré el paso e intenté acercarme rápidamente allí dónde creía que podía estar segura. Sam me esperaba y pensé que sus brazos me protegerían, que sus palabras me calmarían y sus besos me darían seguridad.

Pero al llegar, aunque idéntico, había otro Sam, frio, distante, sus ojos se habían apagado y al verme, sólo pronunció palabras que no entendía,  y yo, me limité a balbucear e intentar escapar de ese instante. Intentó en vano, protegerme de lo que llegaría.

Meses más tarde, interrumpió mi descanso un golpe en la puerta, abrí y me empujaron hacia adentro, me preguntaban quién , qué, cómo, desde cuando, hasta dónde.. y yo, no conocía todas las respuestas, pero sabía que me hablaban de Sam.  Ellos, la Gestapo, si  las  tenían, sabían de mis pasos, de los suyos, habían invadido mi casa cuando yo no estaba, puesto escuchas en el teléfono y leído mi correo… yo, que solo tengo facturas de luz, gas y teléfono, me preguntaba qué había de importante en mi vida, para que ellos pusieran tanto ímpetu en sus pesquisas. Hicieron lo mismo con él, ahora lo sé, tenían todo el puzle y nosotros sólo éramos las piezas finales. Sin darnos cuenta, les guiamos hasta el secreto que protegía Sam.

Del interrogatorio, me pasaron a la celda que hoy me encuentro, y pronto, descubrí que en justo al lado de la mía, está Sam, que me envía a golpes de morse a través del muro que nos separa, la fuerza que necesito para aguantar el destino incierto, que está por llegar.

Y  a pesar, de que sigo notando frío, cada mensaje nos acerca más a la libertad.

2 comentarios:

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  2. La felicidad es hacer lo que se desea y desear lo que se hace. No sueñes tu vida, vive tus sueños. Feliz Año Nuevo 2012 a todos

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