sábado, 31 de diciembre de 2011

Josh abrazos




Te conocí en una lucha de camionetas, aviones, azafatas y edificios gigantes, un collar de perlas que era imposible recuperar, y mil imágenes que salían como disparos, una historia subrealista que nos dio sonrisas, risas y carcajadas, en unas noches en las que seguramente, la soledad, los problemas y la angustia, hacía presagiar que la mueca sería distinta.

Ese mismo día, empecé a quererte niño grande.

Te leí y descubrí tu arte para imaginar, para relatar, y para compartir esa magia que le das a la vida, esa forma irónica de vivirla y ver en una caja de cartón un fórmula 1, de viajar a la Luna por 50€, que si te da por poner un número de cuenta, a éstas alturas, serías Rokefeller.

Y llegó ese día, en que tus brazos, demostraron lo que es un abrazo, el día en que comprendí, que nadie sabe rodear con sus brazos y dar en ellos todo el cariño de la amistad sincera, deberías de poner una academia de abrazos. Hoy que nadie transmite, que no se  le da importancia a las palabras, al honor, a la amistad, a estar sin decir nada porque sólo necesitas en ese momento la presencia, que se ha perdido entre sombras de desengaños, el concepto del amor… tú, con un abrazo, recuerdas y demuestras, el significado real de cada una de ellas.

Y maldigo, a quién te hizo daño, y a quien pueda hacértelo, porque dentro de ti, convive el hombre que eres con el niño que fuiste, sin que haya dejado rastro en tu corazón de malicia, rencor o desilusión.

A pesar de la diferencia de edad, y que debía ser yo quien por ella te enseñara, de ti aprendí, el valor de un abrazo.

Los añoro porque los tengo presentes cada día.

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