lunes, 26 de marzo de 2012

velero de sentimientos





No hace mucho, quise poner nombre a lo que me estaba sucediendo, puntualizar donde estaba y a qué me encaminaba.No pude hacerlo, se me adelantaron a poner comillas y acepté con silencio.


Ahora tengo miedo, como una niña pequeña cuando se sube a una atracción, y no sabe que hay detrás de cada puerta, donde le darán el susto o cuando hará el giro la vagoneta.


Siempre he sabido el terreno que pisaba, para lo bueno y lo malo que ha habido en mi vida, siempre he tenido información necesaria para tomar decisiones, soy signo de tierra, y quizá eso me marca. Mis fracasos han sido conscientes en algún momento, y he tenido siempre el tiempo para replegar velas y dirigir el rumbo de mis sentimientos, a tierra firme, a una isla donde refugiarme hasta poder construir una balsa que me permitiera navegar de nuevo mi vida.


Ser la capitana de tu vida, aunque sea en soledad, te deja una amplia visión de los arrecifes de corales que se encuentra en tu mapa interior.


Ahora soy el recluta que espera paciente, la orden del capitán. Un capitán con más navíos y más responsabilidades, que ver el miedo en mis ojos.


Temo meterme en competencias que no son de mi rango, y temo, no dar de mi el cien por cien de lo esperado. Perder por no demostrar, o demostrar y perder.


Navegar entre mareas que desconozco, pero que atraen como a Ulises el canto de la sirena, y como a él, perder la consciencia de que hay una tierra firme y una vida que continúa contigo o sin ti.


Ayer mi capitán, quitó comillas, y no se si fue que, como humano, dió una oportunidad a que la fragata lleve su rumbo, o equivocó la elección de las palabras y está esperando que la recluta, yo, fuera sorda durante unos minutos.


Estoy paralizada por mi miedo, y no se si mi barquita, va a la deriva o directa al océano de los sentimientos.


3 comentarios:

  1. Emocionante relato, Yolanda. Intrigante, incluso. Espero que el final sea el que el recluta desea. Feliz noche, Yolanda.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Enrique, habrá que esperar a que el recluta sepa dirigir o la barquita o el capitán... o quizá, que el capitán, sepa torear el miedo del recluta,... o su propio temor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tu pareces una chica muy inteligente, YOLANDA , seguro que sabrás aconsejar lo que le conviene a cada uno

      Eliminar