lunes, 13 de febrero de 2012

El pianista



De un buen amigo Lino, que sabe escribir como los ángeles

El pianista

Hace ya mucho tiempo, cuando uno frecuentaba los bares para estudiantes de Bellaterra, una amiga me contó una historia muy interesante, una fantasía, una confidencia, un regalo de la vida.

Me explicó una tarde de campana, en una conversación iluminada por las estrellas -cuatro o cinco- que su hombre ideal debía ser... pianista.

-Ni bueno ni malo, ni guapo ni feo, ni alto ni bajo, ni fuerte ni tierno…, sólo pianista.

Me quedé muy sorprendido y, curioso e inexperto, la interrogué como si me fuera el futuro en ello.

¿Qué es lo que tiene un pianista?, pregunté.

-Tiene la habilidad de relajarme, de llevarme al cielo, de erizarme el vello, de ponerme la piel de gallina y luego suavizarla como si fuera de seda, de poseerme con las notas que llenan mi cerebro… todo cuando con sus dedos toca armoniosamente la tecla exacta.

¿Cómo sabe el pianista que tecla ha de tocar?, insistí convencido de que me iba a revelar un gran secreto.

-Si es experto, conocerá algunas canciones y me dejaré llevar una y otra vez hasta acabar con su repertorio musical. Si no, le haré saber, inspirando profundamente, que ha tocado las notas certeras y que deseo que repita esa combinación con intensidad. Lo notará porque los poros de mi piel se abren y la piel emana un calor inconfundible cuando algo me gusta con mucha intensidad.

Sorprendido ante tales afirmaciones, me perdí en lo que ya era una entrevista.

¿Cómo son las manos de un pianista?, la interrogué excitado.

-No es lo más importante. El tamaño de los dedos o el volumen de su mano no es lo que hace que una canción sea excitante y te permita evadirte. El placer llega cuando los dedos tocan con suavidad unas veces, con intensidad otras, la tecla que tiene la nota que te hace desear la siguiente. Esa que más que escucharla, la sientes. La que disfrutas como si te estuviera acariciando con sensibilidad, repetidamente y casi sin fin, llegando a tu alma, tu piel, tu mente… Haciendo que ya no seas tú y que todo lo que eres emane de ti para fundirte con él.

No pude evitar preguntarle: ¿qué debe saber un pianista para tocar una canción que te “pierda”?

-Debe llevarme al cielo haciendo música, tocando sin prisas, demostrando seguridad, presionando y acariciando una y otra vez con diferentes ritmos, jugar con los dedos haciendo incluso círculos con sus yemas sobre las teclas con las notas más intensas… y que a la vez esté en armonía conmigo, su público más entregado.

Finalicé el cuestionario, hambriento de una respuesta que podría cambiar mi vida, susurrándole al oído: ¿Puedo ser yo tu pianista?

-Sólo si consigues que cierre los ojos cuando empiece la canción…



                                                                                            LINO

2 comentarios:

  1. Si, es de un amigo periodista, y escribe como los ángeles, pero éste en especial, es la pura poesía de hacer el amor.

    ResponderEliminar