jueves, 9 de febrero de 2012

Seguimos en par








No aprendemos ni a la de tres, o mejor dicho, no aprendo, si, mejor en singular.


Nos dejamos llevar por la vida, a la mínima ocasión, correteando insensatos por caminos de momentánea felicidad. Engañándonos, olvidando, siempre.


Siempre pensando que el amor actual, que la compañía del momento, que el éxito profesional, que el sol, que la luz, cualquier cosa, por buenos que sean, no son más que sustitutos forzados, extras ocasionales que ocupan las lagunas que escondemos debajo de la alfombra de nuestra vida.


Sólo es necesaria una llamada telefónica, tres minutos y cuarenta segundos exactos, para que la realidad te ponga en tu sitio con un buen jarro de agua fría.


Una llamada de la única persona que importa, del centro absoluto de mi vida, de quien debería ocupar cada uno de mis pensamientos y de mis actos. Una llamada que me recuerda que somos unos desgraciados que imponemos daños colaterales a quienes no tienen posibilidad de decidir, defenderse y, en muchos casos, exponer o explicar sus sentimientos de forma que alivie su dolor.


Pero la que  está a éste lado del teclado necesita, de tanto en tanto, estas sobredosis de realidad, fría, húmeda y dolorosa para poner las cosas en su sitio, establecer un orden lógico de actuación y procurar que cada llamada sea solamente motivo de alegría y felicidad. 


Seguimos en par. 


Y con el alma rajada. Para que variar

2 comentarios:

  1. A veces, solo a veces, es mejor no levantar el teléfono, ni abrir cartas, ni darle al clic del correo-e. la gente tiene la mala costumbre de llamar tan solo para hablar y/o para pedir y otras, para contarte que hay vida en otra parte. Quizás convenga saber donde está la nuestra antes de que todos nos cuenten donde tienen la suya. Yolanda: yo la tenía y tengo muy cerca y casi me lo pierdo.
    Un abrazo muy fuerte.

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  2. La vida hay que vivirla sin pensar que se acaba, y hay que hacerlo con la nuestra y compartirla, porque la de los otros, es una novela que nunca sabes el final.

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