sábado, 4 de febrero de 2012

El vuelo de los sentidos




El vuelo de los sentidos, las alas de la mente, no tienen límites.

Cuando has volado, cuando has probado el sabor del aire encendido de emociones y la pasión ha arrasado tus alas con fuego, ya no puedes volver a escuchar el susurro del viento sin quemarte.

No hay frontera que pueda soportar la ausencia, el frío, necesitas derribar los muros a golpe de miradas, levantar las manos hacia todos los miedos y traspasarlos sin mirar atrás, las palabras, las lágrimas, pierden todo su valor para convertirse en alas nuevas que te permiten ser libre.

No sufres. Renaces y sueñas nuevas realidades que te elevan hasta el final de todos los deseos. No importan las palabras, esos mensajes que van llegando como avisos, importa vivir las emociones, dejar que lo que dicen los ojos y las manos escriba su historia sobre la piel.

El tiempo desaparece, carece de sentido, no hay días ni noches, hay momentos, pinceladas tibias en un lienzo tejido de recuerdos, un bocado sabroso, un trago dulce, las copas vacías dando testimonio de un brindis auténtico.

Cuando se ha respirado el mismo aire, cuando se han entrelazado las miradas y las manos se han fundido bajo el incendio de la misma luna ya no hay nada que aclarar con los sentidos, nos traen y nos llevan con la certeza de que se ha vivido algo importante.

Es lo que es, pero no por ello menos intenso. No es un sueño, es lo que es, pero aún así sin nombre existe y es verdadero, llegue donde llegue, está ahí.

No se puede pretender congelar el vuelo de la mente, de los sentidos. Soy fuego, no quiero que me llenen las alas de hielo después de haber ardido, que congelen mi alma porque no quieren ver en libertad a mi corazón. Puedo volar sin dejar de tener los pies en la tierra, podemos volar juntos solo por el placer de volar. Es posible, no hace falta renunciar a ello, ni por orgullo ni por miedo.

1 comentario:

  1. No dejes de hacerlo, Yolanda, ni por orgullo, ni por miedo, ni por nadie.

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