martes, 15 de noviembre de 2011

TU






Tú. Dormido.


La penumbra se va rompiendo en la madrugada. Respiras, te escucho, te siento.
Lento. Un viaje lento que comienza con un roce.


Tu pelo negro contrasta con el blanco de las sábanas que envuelven mi cuerpo desnudo. Tus manos buscándome, caricias lentas que susurran bajo la ropa, y mi piel te recibe con sed de mucho tiempo.


Tú, susurrando mi nombre a mi espalda, tu cara enterrada en mi cabello, mi cuello en tu boca, y yo llena de ti, volando bajo tu hechizo.
Me bebo a tragos toda tu esencia, devoro cada palmo de tu fuerza, sintiendo, me pierdo en un mar de almíbar.


Boca golosa que me arranca un gemido y, entre tus brazos me lanzo hacia el cielo, clavada en tus ojos, atada a tu cuerpo. No quiero abrir los ojos, me basta con saber que eres tú.
Tu voz cálida me devuelve a mi sitio, a tu piel, el viaje no ha terminado, solo es un descanso para mirarnos sin tiempo.


Tú. Y yo contigo.


Respiro, me sigues, acompasados en un baile lento que nos acuna los sentidos. Más despiertos que nunca. Hechizados del veneno más dulce. Y otra vez te siento llegar despacio al lugar donde te quiero tener.


No es locura, no es delirio, es real como cada uno de tus latidos, que se aceleran cuando subo hacia tu boca y me sientes, profunda, llena, derramada sobre tu cuerpo. Y me arrasas de miel y fuego sin darme un respiro. Así te quiero. Lento, fuerte, seguro.


No termina. Llega otra noche de luna, y tú sigues aquí. Y yo contigo. Sin máscaras, sin límites, auténticos. Sin miedo a sentir. Entrega. Te miro de nuevo y lo comprendo todo.


Eres tú. No hay nada igual, no hay otro lugar donde quiera estar.


Eres tú. Y yo…contigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario