A TRES BANDAS

A tres bandas.  Trigomometría pura. Compleja, pero interesante.

Pues nada, a jugarla….Me sirvo un sorbo de baileys, que la ocasión lo merece. Corto y con hielo.

 Miro el triángulo. Rayadas y lisas. Y la negra, en medio, destacando. Esa ocho. Da vueltas en mi cabeza. Es preciosa. 

Me coloco en posición, osea, culo en pompa….eso quiere decir que me quedo a merced de quien tenga a la espalda, la vida misma, mismamente, que diría aquel…..pero de cara a la mesa. Siempre. 

Deslizo el taco suavemente entre los dedos, la mano derecha–no soy zurda, diestra para unas cosas, sí–midiendo con cuidado, lo lanzo sobre la blanca y le doy el golpecito. 

Interiormente pienso…..por favor, por favor, por favor, una lisa, una lisa……que las rayadas, como su propio nombre indica, son mu suyas pa sus cosas, y no es que se rayen con el paso del tiempo, es que vienen así de serie. 

Que prefiero una lisa…..dónde vas a parar!! que es del color que se ve y no tiene más que lo que enseña. 

Otro trago de seda. Qué suave…. 

Y la blanca, que va a su rollo por mucho que yo apunto, la muy cabrona, le da a una rayada, que se cuela por la banda.

Ya estamos….Po vale. A rayadas…. 

A tres bandas.

El sentimiento, el valor y los latidos. 

Y empiezo a ver la mesa con otros ojos. Marrones y de hielo, que son mios igual, pero como si fueran otros, o con otra perspectiva. 

Porque no queda otra que enfocar cada partida como viene. Eso o tragarme el taco, y no es una opción, que mi estómago tampoco digiere cualquier cosa.

Otro trago. Seda pura. Como mola. Y Antonio Orozco sonando de fondo, que una es mu suya pa sus cosas cuando quiere. 

Así que voy dándole media vuelta a la mesa, intentando ver con claridad que coño hacen las bolas colocadas de esa manera, que yo quería lisas y me han tocao rayadas, y ésta partida la saco yo por mis huevos–hablando en plata–o me trago el taco definitivamente. 

Y le veo la cara a la 13–mal numero pa algunos–de no darme cancha, pero está tan bien colocada que le meto, y como le meto de bien, que no ha hecho ni ruido, y ya no está. 

Pa chula, yo, y hoy me puse liguero y medias, para que sufras mientras con los movimientos, se vislumbra en alguna ocasión.

Y el vaso se me está quedando sin líquido de seda en el fondo. El calor derritió ya el hielo.

Y rayada a rayada las voy metiendo una detrás de otra allí donde no las vuelva a ver. Es lo que tiene el gusto al taco, que le vas dando y, mejor o peor te las quitas de en medio.

Anda que no quedan lisas pa disfrutar de su vista!! 

A tres bandas.

La razón, el alma y la emoción. 

Al final me doy cuenta de que me queda la mas chula de todas. Me mola porque es distinta, porque tiene un color diferente, y porque en el fondo, es la que domina.

La negra.

Especial. Única. Con esa tengo que ir con cuidado, no sea que se crea que quiero hacerle algo raro, que me mira como con precaución. Que yo creo que en el fondo nos gustamos las dos, porque nos parecemos mucho, pero si se me va el taco, se sale de la mesa, fijo. 

Y lo que quiero no es que salga rebotando. Solo que se deje acariciar.

Cojo la tiza y la deslizo sobre el taco, pa que vea que no voy con mala leche. Despacio. El color celeste se va fundiendo. Y cuando miro a la negra me parece que me sonríe. 

Sabe que voy a por ella. En el fondo es, de todas, la que más me gusta. Como el Baileys. Poco a poco y paladeando. Sin prisas. 

Suave, suave, con calma– me digo mu bajito mientras termino el Baileys, que bueno estaba–y deslizo el taco, un golpe delicado, pero al centro. 

Y la miro como se va hacia la tronera, despacio.

Voy a por otro trago. Luego veré si la negra confía en mí o no. 

A tres bandas.

El taco, la ocho…….y yo.

Leona