sábado, 28 de abril de 2012

La palabra sin sonido



Días de ausencia, me tiembla hasta el papel en blanco al querer impregnar mi huella.

Son éstos días los que marcan un antes y un después en todo, en tu vida, en tus relaciones, conoces a tus hijos, a tu pareja, a tus amigos... es donde se juega de verdad quién es quién y qué me das y qué ofrezco.

A pesar de no ser importante, de no tener un carácter de vida o muerte, en pequeños momentos, te llega el miedo a cerrar los ojos y no haber podido decir aquello sin importancia, porque lo sabes a pesar de no haberlo oído... te quiero.

La palabra sin sonido, la que más veces se presupone, la que se dice cuando el alma se eleva y no domina el cerebro, en momentos de éxtasis y que temes hayan escuchado... y sientes entonces, el silencio del pánico entre dos cuerpos enredados en la palabra, te quiero.

Qué miedo!!!. La palabra más temida, la menos pronunciada, la más añorada, la menos oída, la más necesitada, una ya no sabe si es buena o mala palabra, si hay que decirla o sólo pensarla.

Y es que con los años nos volvemos temerosos y exigentes, y no nos vale oírla sin sentirla, y nos da pavor decirla y no saber demostrarla.

En algunos momentos críticos de la vida, cuando ésta se junta con la muerte, nos juramos una y otra vez decir aquello que sientes con más frecuencia, que no sea cuando su alma vuela y su corazón ya no escucha, que recoja los te quiero de todos los que no supimos decirlo a tiempo.

Pero se esfuma...la promesa tiene caducidad, en cuanto el luto desaparece y la piel se endurece, volvemos a tener ese pánico de pronunciar palabras que nos comprometan, que nos hagan sensibles, nos quiten máscaras y abran corazas. Esas palabras, que te inmovilizan durante unos segundos y que la respuesta  te hiela el aliento, y callas.

Me pregunto, cuando decidimos dejar de pronunciar las palabras.

Y ahí va entre demostración y demostración, entre hechos y derechos, entre el día a día, en pequeñas muestras de sentimientos, en grandes proezas de vida, desde ayer al hoy y prometiendo mañana, está en todos los momentos, en diferentes y diversas maneras... pero en silencio.

El silencio de la palabra te quiero. Fácil de escribir, difícil de pronunciar.

3 comentarios:

  1. A veces, cuando te leo, Yolanda, me pregunto si esto lo he escrito yo. Luego me doy cuenta que eso es lo que me gustaría hacer.
    "Esos momentos cuando cerramos los ojos ......"
    MB

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  2. Muchas gracias, es un halago porque envidio tu facilidad de pluma, Enrique.

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    1. No es solo un halago, Yolanda, escribes muy bien. Un abrazo.

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