martes, 3 de abril de 2012

Macedonia de sentimientos.



Nos empeñamos en medirlo y controlarlo todo, para pasarnos luego la vida quejándonos de que nada es como imaginábamos, como debería, como parece… y en realidad es muy posible que seamos nosotros mismos los que hayamos alterado el estado natural y la esencia de nuestras propias emociones.  

Y, cómo no, también se sienten muchas cosas… y pensando en este tema se me ocurre que el amor nos lleva a todos siempre de cabeza, que por otra parte no es raro, ya que es el lugar donde se gesta, se reconoce, se imagina, se recuerda o se añora, es en la cabeza o, mejor dicho, en el cerebro, ese tirano que lo maneja todo, y no en el corazón que es un pobre músculo que se acaba cargando todas las broncas al respecto ,cuando no tiene capacidad nada más que para latir y bombear sangre como un loco. 

Retomando, que se me va la pinza, el amor nos lleva de cabeza (o de culo, pero ese ya sería otro matiz…) como si viviéramos una interminable maratón y/o batalla de emociones continuas con él, sin él, por él o contra él.


No es de extrañar, hay palabras que nos siguen desde el nacimiento... amor, vida, muerte, y la primera se lleva la palma, está entre las otras dos, se conjuga con ellas,  una vida de amor, o morir de amor.

Todo se relaciona con el amor, hay otros sentimientos, pero no parecen ser tan importantes, son palabras de segunda categoría, apego, cariño, amistad, felicidad, tristeza, nostalgia, rabia...si no has sentido amor, eres una persona incompleta.

Y hasta hace poco, yo pensaba que todos estaban equivocados, que sentimiento es sentimiento, y que todos y cada uno de ellos, tienen la importancia que nosotros le demos y no hay que sentirlos todos, porque son por sí mismos, indiscutibles sensaciones de lo mismo, cerebral y educación.

Desde niños empieza el reto... ¿ a quién quieres más?, y tienes que decidir!!!, y te quedarías con el osito de peluche que te acompaña cada noche, pero a ese no te lo ponen como elección; y te obligan a besar a quién no conoces, cuando un beso debería ser parte de algunos de los sentimientos, y le quitamos la importancia que tiene, convirtiéndolo en saludo amable.

Eso nos confunde, y nos cruzamos con la deslealtad, la confusión de amistad con cariño y la del cariño con la del amor, la de la nostalgia con tristeza y la del enfado con la rabia, somos un cúmulo de errores sentimentales.

Pero no... cuando llega de verdad el amor, cuando lo reconoces, se te van al traste todas las teorías sobre él, y haces cada una de las freses ridículas que leíste en novelas rosas y cuentos de princesas, y escribes una y otra vez su nombre en la arena de una playa, y te vistes pensando en él, y te sonríes al recibir un mensaje o ver su imagen en papel. Piensas en lo que podrá ser y en no salir del sueño que vives, que no regrese la realidad dura y costosa del día a día, que no se tuerza con el tiempo y la convivencia, que sepas conjugar cada afición individualmente y que no se avergüence de compartirte con el resto, ese orgullo que siento yo de tenerle a mi lado, que sea unilateral.

Y a veces, como en mi caso, tarda en llegar, se queda flotando durante años en el limbo, a la espera de que su oportunidad llegara, cuando pensabas que ya habías vivido todos los  que tenías que experimentar, te llega el Dios de los sentimientos, a decirte que  empieces a situar cada uno de ellos en su lugar y le des a él , el sitio que le corresponde, el premium, el podium de honor, y te vuelves del revés. Y hasta luchas contra él. Porque no te lo esperabas y pensaste que no era importante, y que se podía vivir sin él. 

Y se puede, pero la vida no es tan bonita, y la muerte, no te angustiaba tanto ,sin el amor.

Macedonia de sentimientos, que ya no quieres dejar de sentir, y que solo deseas, tener el tiempo suficiente para disfrutar del nuevo que entró.

3 comentarios:

  1. Curiosa Macedonia, Yolanda, pero cuanta razón tienes.

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  2. Curiosa, si...Un amigo mio, siempre se pide macedonia de postre, pero sólo se come una pieza de toda, la guinda. Le pregunté para qué pedía todo sí solo quería la cereza, y me contestó, "me gusta el colorido que aporta todo el conjunto, pero me apetece nada más saborear la mas preciada, la guinda, el resto difrutarlo vosotros"... esto es más o menos igual, después de hartarme de todas las frutas, he conocido la guinda y ahora, se que existen las otras frutas, pero que no me quiten la guinda.

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