Me lo contó un amigo y me lo creo.
En una conversación, tras unas
copas, me relató una confidencia que merece dejar de serlo por lo interesante
de la experiencia.
"Recuerdo con simpatía
aquella noche de verano con Carla.
La conocí en una de esas
intensas reuniones de ventas de la empresa comercial en la que trabajábamos.
Hacía tiempo que la buscaba en sueños y ella, según supe después, también a mí.
Señales inequívocas,
guiños, afinidades, largas conversaciones sin transcendencia… Todo nos llevó a
una habitación de un hotel cerca de la playa una tarde de sábado.
Entramos en la
habitación, abrazados y abandonados a la pasión, rebotando, entre besos húmedos
y caricias que hacían arder la piel, por las paredes de un corto pasillo hasta
llegar a la cama.
Acaricié sus pechos y
bebí sus labios. La desnudé mientras escuchaba su excitada respiración y no
reparé en que ella hizo lo mismo. En un instante nos encontramos desnudos, piel
con piel, en una hoguera que nos hizo fundir en un solo cuerpo que se agitaba
acompasadamente.
Yo le decía que la
deseaba.
Ella me animaba a
seguir. -Más, me susurraba.
Mis palabras aumentaban
su excitación y mi imaginación.
-Te voy a meter un polvo tras otro, le advertí en un impulso.
-¿Cuántos?, me preguntó.
-Como mínimo cinco,
respondí con mi corazón a punto de quebrar, casi en el cenit del placer.
-Por el pompis te la
ahínco, replicó Carla. Y soltó una carcajada.
Sin más.
Toda la magia y la
pasión se rompieron en una brutal sacudida de sinceridad, de humor inoportuno,
y nos quedamos fríos súbitamente por una descompensación, supongo, de la
presión ambiental y corporal. Quedamos extendidos en una cama tan helada como
un témpano polar."
No
supe qué decirle a mi amigo. Acabamos la cerveza. Nos despedimos y tras caminar
un centenar de metros, comencé a reír sin control.
Reír y/o llorar, bien, pero es muy cierto. Las sensaciones hacen que muera o viva cualquier deseo, más que la química y mucho mas que el morbo.
ResponderEliminarMB.
A veces, es mejor no pecar de gracioso, sobre todo, en según qué momentos...Una fantasía que se fue a pique por una frase ya muy manida...
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