Podríamos
comparar nacer, con escribir un libro, esa hoja en blanco sobre la mesa y el lápiz
o pluma de un escritor… todo por andar, todo por hacer, todo por escribir. Un
camino de ilusiones, aficiones, frustraciones y especialmente ese factor que creo
que, pedantemente le llamamos destino.
Al
Destino, es al que trataremos de justificar muchas veces nuestros fracasos y
también lo usaremos de excusa para nuestras frustraciones, sin embargo, la vida
es un juego de naipes, el destino es quien baraja las cartas, pero nosotros
somos los que las jugamos.
En
otras ocasiones también tratamos de justificar los errores con otro concepto, y
debo confesar, que tengo especial predilección por ella: la inmadurez. Y es
peligroso, porque con el tiempo es la responsable de demasiadas equivocaciones.
Por esto una comprende que tantas veces a lo largo de la historia la
inmadurez haya sido una especie de virtud original del ser humano; porque el
progreso, en muchas ocasiones, ha llegado por la desobediencia y la rebelión de
los inmaduros y eso que llamamos coherencia y seriedad como signos de madurez
es una falta de imaginación y un exceso de superficialidad la mayoría de las
veces.
Y a lo largo de esas páginas llamados años, se
crean ilusiones, aficiones y consecuentemente frustraciones. Y todo esto
sabiendo que en la vida las ilusiones no son otra cosa que esperanzas
acariciadas según una afición primaria o una inclinación por algo.
Es
lógico pues, que cuando esta experiencia emocional no se ve compensada con la
satisfacción que se espera, a eso se le llama frustración. Luego le sigue, casi
siempre, el fenómeno conocido como obsesión, y no es otra cosa que la aparición
de ideas, sentimientos que no pueden apartarse de la mente con la carga que
supone desde el punto de vista de la lógica, el raciocinio y el gran
potencial conflictivo y ansiógeno que representa, situándose con prioridad
conceptual y dominante en la vida de los obsesos. Hasta el punto que con las
obsesiones y las riquezas ocurre como con el agua salada: cuanta más se bebe
más sed da.
Y ahí entramos, sin querer en el terreno de
los rencores, de la psiquiatría y quizá en el origen de los sectarismos
también.
Pido perdón por esta serie de pensamientos no demasiado originales. Sin embargo, de verdad hago votos, si es que algún obseso lee este blog, para que aproveche estas elucubraciones concienciando de una vez por todas sus prioridades honestamente, fríamente, sinceramente y, si es posible, pueda superar sus obsesiones para bien suyo y, con suerte, también de su entorno.
Profunda, amiga, eres muy profunda y una gran elucubradora.
ResponderEliminarTe robo la entrada, mejor dicho, la comparto con mis amigos del Google+
Muchas gracias Enrique, y ya sabes, que tienes permiso completo para "robar" lo que quieras, es un lujo luego verme entre tus "cachitos" de amistad. Besos
ResponderEliminarGracias, Yolanda, así lo haré
ResponderEliminarPOR CIERTO, A TRAVÉS DEL GOOGLE READER HE PODIDO LEER TU MAGNÍFICO "TE LO DIJE", NO SE SI TE HAS ARREPENTIDO PERO A MI ME HA ENCANTADO.
ResponderEliminarUN ABRAZO MUY FUERTE Y, AH, TE ENCUENTRO A FALTAR EN MI GOOGLE+; https://plus.google.com/u/0/103786306991218309741/posts